Hay revelaciones que nos estimulan, otras que nos desconciertan, están las que nos alegran o nos transportan, pero también están aquellas que nos angustian. Y yo tengo una que me encoge el corazón. Y no es otra que la triste realidad que se me revela, cada vez que pienso que nuestros nietos ya no verán los mismos Girasoles de Van Gogh que vimos nosotros.
En realidad, nuestros hijos ya no vieron lo mismo que nosotros, así como nosotros tampoco vimos lo mismo que nuestros padres. No, no se trata de un caprichoso trabalenguas. Es la verdad y nuevamente solo de pensarlo -y escribirlo-, se me encoge el corazón.
La pregunta es ¿porqué? Pues según los científicos, sus cuadros están sufriendo un proceso de degradación química que provoca que esos brillos y destellos que tanto nos emocionan, estén desvaneciéndose. Y lo peor de todo, es que la culpa la tiene el avance científico y tecnológico de la época, porque Van Gogh usó los novedosos y por entonces revolucionarios colores industriales. Tubos de pintura, que fueron uno de los avances más importantes del siglo XIX y que supieron regalarnos nada menos, que las maravillas de los impresionistas. Sin el tubo pronto para usar y fácil de transportar, no habríamos tenido pintura al aire libre, ni a Rousseau, ni a Corot, ni a Monet, ni a Renoir, ni al mismísimo Van Gogh.
Pero a su vez, también ampliaron exponencialmente la gama de colores y Van Gogh que entendía el color como un transmisor de emociones, se hizo un festín con todas esas nuevas y brillantes posibilidades expresivas. Y claro, -como todo en la vida- Van Gogh tenía sus preferidos y así el amarillo cromo y el amarillo cadmio, se volvieron verdaderas estrellas en sus cuadros.
Pero estos preferidos le jugaron una mala pasada, porque al fin de cuentas tubos de color industrial usaron todos. Había algo con lo que no contaba Van Gogh y es que la superficie de un cuadro, es una entidad viva y en acción constante, los átomos y los iones siguen vivos aunque todo parezca estático. Y resulta que los aniones de sulfato del amarillo se encontraron con los iones de plomo del barniz y se sintieron tan cómodos – los muy desgraciados-, que no tuvieron mejor idea que celebrar el encuentro con el bario y el azufre. En buen cristiano, crearon un cóctel químico inesperado y hasta el momento fuera de control.
El día que leí noticia del análisis químico, allá por el año 2012, me alarmé. Pero inmediatamente pensé, no pasa nada, si llegamos a la luna, inventamos la computadora, descubrimos la penicilina y los agujeros negros, como no vamos a poder salvar a Van Gogh.
Sin embargo, no fue así…hasta el momento. Y no deja de ser paradójico, que esa misma ciencia y tecnología que le regaló a Van Gogh esos fabulosos y brillantes colores, sea hoy la misma que no consigue encontrar la solución para revertir esta «fiesta química» que lleva ya más de un siglo celebrándose. Es creer o reventar, pero es cierto. La vida te da pero también te quita.
Snif
Lo van a resolver, en algún momento, espero
Mientras tanto, habría que verlo y verlo, este año es especial. Habría que hacerse un viajecito.
Excelente nota
Hola Emma: me parecio genial el comentario del coctel.,nunca lo habia oido,Por suerte no uso mucho el amarillo, solo el ocre,; sera por mi paleta baja Pero que pena por la obra de este genio!!!! CARIÑOS
confio en la ciencia, excelente el artículo
que pena que lo hermoso pueda ser degradado por la química, espero que se encuentre
solución
Querida Emma: me dá mucho gusto leer los artículos que escribes.Tengo esperanzas que el
problema se solucione, sino hablaría muy mal de los expertos en el tema.Además los colores de Van Gogh, han sido únicos y siempre le pertenecerán.Es nuestro deber trasmitir si fuera necesario en el futuro la maravilla de sus obras.Cómo? Dios proveerá!
Saludos.
nada es para siempre
Emma: buenísimo y original tu artículo, aunque me amargue la idea de que en un futuro – que siempre, independientemente de su duración, será demasiado próximo – perdamos en algo la maravilla de esos colores.
Vi otros comentarios optimistas, en cuanto a que si la ciencia ha podido hacer avances impresionantes en otros campos, podrá solucionar este tema tan importante para el arte y la cultura.
Gracias por abrirnos la cabeza a ese tema impensado.
Inés
Emma, qué horror ,es difícil de asimilar. Pobre Van Gogh, es lo peor que le podría pasar a una obra tan maravillosa como la suya Siempre pensé que lo que tus ojos ven es lo que el cerebro fija en la memoria acompañado por todas las sensaciones que experimentaste en ese momento .Al menos eso me quedará. Pienso también que obras suyas como «»Los comedores de papas» ,al no ser tan luminosas puedan salvarse del deterioro .Pero seamos optimistas ,si fue posible restaurar el techo de la Capilla Sixtina y la Ultima cena, espero que algún premio Nobel de Química se aboque a encontrar la solución y nos devuelva la alegría.
Matilde