Florencia es mi lugar en el mundo. Lo sé hace mucho tiempo y lo sé porque la llevo grabada a fuego en cada pensamiento y en cada emoción, y lo compruebo cada vez que tengo la fortuna de caminar por sus calles, de recorrer sus plazas, de conmoverme ante la magnificencia de su catedral y ante la heroica proeza de su cúpula.
Es que Florencia es Brunelleschi y su cúpula, pero también es Miguel Ángel y su majestuoso David, es Sandro Botticelli y sus etéreas Venus, es Benvenuto Cellini y su Perseo, ese guerrero orgulloso y melancólico que exhibe la cabeza de la Medusa cada día y cada noche. Florencia es todos ellos y mucho mas, es los Medici, los Strozzi y los Pazzi, es la fuerza austera de la república y el carisma populista de sus príncipes; por eso Florencia palpita tanto en los robustos palacios almohadillados como en el aristocrático Corredor de Vasari.
El corredor es toda una rareza, es una estructura única en el mundo. Es un pasadizo que Vasari construyó en 1564 por orden del Gran Duque Cosimo de Medici, para ir sin poner un pie en las calles de Florencia, desde las oficinas de gobierno en el Palazzo Vechio hasta su residencia en el Palazzo Pitti. Por eso el corredor es aéreo y serpentea por toda la ciudad durante más de un kilómetro, adosado a las casas y palacios, atravesando el Arno suspendido sobre el Ponte Vechio, desafiando la idea de lo posible y lo imposible.
El «corridoio vasariano» es un prodigio del ingenio arquitectónico, pero también es frágil e inestable, amén de que fue sistemáticamente castigado por la tumultuosa historia florentina, y por ello había estado siempre cerrado al público. Pero hará cuestión de unos años abrió sus puertas -no sin decenas de limitaciones y obstáculos que le ahorran los tumultos del turismo masivo- y así, tuve el privilegio junto mis 39 compañeros de viaje, de ser al menos por una hora, un miembro de la familia Medici y atravesé Florencia desde las alturas, en secreto y por encima de los simples mortales.
Cuando llegamos a la puerta, estábamos todos emocionados. Conocíamos su historia, sabíamos que caminar por el Corredor era recorrer un símbolo del cambio de los tiempos y de la transformación de una familia de banqueros en príncipes aristocráticos. Cuando la puerta se abrió y las paredes comenzaron a estrecharse, no pude dejar de tener un recuerdo para Cosme el Viejo, el austero pater familia que vivió y murió orgulloso de su banca. Porque los Medici que él había conseguido elevar, eran ahora príncipes y sus vástagos se convertían en papas y en reinas de las monarquías más poderosas. Y nosotros cual príncipes Medici mirábamos extasiados a la gente, que caminaba por Florencia sin siquiera darse cuenta que estaban siendo observados.
De repente llegamos a una pared ciega y dimos un giro a la izquierda y nuestros corazones dieron un salto: estábamos caminando sobre el Ponte Vechio, atravesábamos desde las alturas las casas de los sofisticados orfebres florentinos. Esos mismos joyeros que Cosimo autorizó a abrir sus tiendas en el puente, tras expulsar al gremio de los carniceros, que ofendían sus aristocráticas narinas con sus vapores malolientes. Estábamos cruzando el glorioso Arno y la multitud bulliciosa se arremolinaba ante los escaparates, pero en un abrir y cerrar de ojos, apareció ante nosotros una especie de palco desde el cual veíamos un altar. Allí estaba la puerta secreta que les permitía a los Medici asistir a la misa en la Chiesa de Santa María della Felicitá y veíamos los bancos y los retablos sin ser vistos.
Por un momento, me pareció escuchar los murmullos de los partigiani que durante la II Guerra Mundial utilizaron el corredor para planear sabotajes al poder de los nazis, amos de la Florencia fascista de aquel tiempo. Pero los murmullos se acallaron y divisamos una puerta, la fuerte y potente luz del día nos inundó. Habíamos llegado al otro extremo de la ciudad, estábamos al costado de la hermosa grotta de Leonara de Toledo -esposa de Cosimo-, en el Palazzo Pitti.
El sueño había llegado a su fin. No éramos ni Leonora ni ninguna de sus damas de compañía, no éramos Cosimo ni ninguno de sus principescos hijos. Éramos cuarenta uruguayos, que caminaron y vibraron junto a los fantasmas de los Medici, los que amigablemente nos transportaron al siglo XVI para dejarnos ver su querida Florencia. Éramos cuarenta uruguayos, pero por un momento, tan solo por una hora, supimos ser príncipes y princesas de la augusta casa de los Medici.
Leerte es viajar de nuevo.- Y volver a Florencia y sus maravillas remueve el espíritu produciendo una sensación mágica: estar otra vez allí!.- Todo ese recuerdo es un verdadero regalo: Santa María del Fiori, la Piazza de la Signoria entre otras maravillas especialmente el corredor de Vasari, que no conocía y me deslumbró .- Allí nos sentimos por un rato, integrantes de la familia de los Medici.- Sólo puedo repetirte:¡ muchas gracias!
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Gracias Inés….estas crónicas me hacen revivir a mí también todas las emociones que vivimos juntos!!!!
Realmente Emma, eres brillante… El relato es tan vívo … que me lleguó tú emoción.
FLORENCIA , es mágica…
No sé, pero siempre siento dentro de mi, una inmensa alegría al ver esas maravillas, que relatas, y que más decirte… Gracias por tú generosidad,… Tu eres…y nos. somos soñadores….
Gracias Tere por tus comentarios. Me alegro que sueñes con los relatos….hubo muchos escritores que me hicieron viajar mucho antes de que tuviera incluso el privilegio de conocer aquellos lugares que describían…así que para mí es el mejor regalo, que te suceda ahora a tí…gracias
que emocionante tu relato!! muy interesante!
Genial. «Éramos 40 uruguayos en el siglo XV de la Florencia de los Médici» parece el título de una novela histórica que narrarías muy bien. Como siempre, un placer leerte.
Gracias Isidra….no sabés la emoción que teníamos!!!! ojalá me diera el cuero para una novela histórica…ojalá!!!! por ahora,me conformo con estos relatos de viaje que me hacen revivir todas las emociones que vivimos en el viaje.
ESTUPENDA TU DESCRIPCION Y TU SENTIR, MARAVILLOSO.
Gracias Catherine, por estar siempre allí….
Emma ,al leerte,todos los que te seguíamos o ese día ,no podemos mas que repetirte y repetirnos: al recorrer el corredor Vassariano,que yo por cierto no conocía,todos nos sentimos parte del mundo Medici, mirando, (y fotografiando),ésto ultimo no creo que lo hicieran los susodichos,a la multitud que transitaba por el centro histórico de Florencia.mide mas de un kilómetro? Parececiera que transcurrió tan rápido …y sin embargo es imborrable.
Sí Maríaaaa, aunque no nos pareció al recorrerlo, mide más de un kilómetro….se pasaron volando, verdad???
Ana Layera 25 de julio ,2015
Brillante,brillante,Emma!!! què generosidad la tuya!!! Fui tres veces a Florencia;Tambièn me fascina- En dos oportunidades lleguè al Pallazo Piti,pero nunca me hablaron del Corredor Vasarino. Gracias!!!
Ana, gracias por tu comentario….es lógico que no conocieras el Corredor. En realidad, es una rareza que ha estado oculta por años y recién se abrió al público hace muy pero muy poco. Por otra parte es difícil conseguir entradas, porque lo cuidan mucho y evitan el turismo masivo, porque no lo soportaría, es muy frágil. Sea como sea, ya tenés una buena razón para volver a Florencia….
Cautivante relato, estuve dos veces en Florencia y no pude conocer el Corredor Vasarino, ni siquiera supe de su existencia. Más allá de eso, me sentí totalmente identificado con tus sensaciones de Firenze. Me quedaría días recorriendola, volvería siempre sin lugar a dudas.
Muchas Gracias!!!
Hola Marcelo, como le decía a Ana, es lógico que no supieras que existía, porque no estaba abierto al público. Quedó muy dañado después de la bomba en los Uffizi en los ’70 y desapareció del imaginario….pero bueno, afortunadamente lo han reabierto y te aseguro que es imperdible!!!! Las vistas de la ciudad son únicas….
Qué hermoso relato Emma!! Escucharte ( y leerte) hablando de arte es un verdadero placer!!! Florencia es realmente impactante, fui hace muchos años y me gustaría volver con más conocimientos de lo que voy a ver y más sencibilidad para apreciar tanta belleza como tú lo haces. Me atrapan las historias de los Médici, hace unos años me estudié sobrelas venturas y desventuras de Catalina y su vida en Francia. Si sabes de algún libro que pueda leer al respecto te estaría muy agradecida. Cariñoso saludo desde San Carlos.
Hola Dominique…muchas gracias por tus palabras…son un gran estímulo. En cuanto a los Medici hay de todoooooo para leer sobre ellos. El punto es que acá difícil que encuentres, en internet seguro. Hay uno que no es ni muy académico ni muy liviano, está en el medio que está bueno, que se llama algo así como «Esplendor y declive o decadencia de la Casa de los Medici». El autor es un inglés llamadao Hibbert…..espero que lo encuentres, yo lo compré hace años en internet…besos y gracias
Que maravillosos relato!, aunque no estuve…..hoy estuve un poco.
gracias!!
Gracias Ana y sí, la idea de estas crónicas del viaje, es esa…que todos estén donde estuvimos!!!
Que maravilla Emma con tu relato tan magnifico me parece estar disfrutando como hace 20 dias el Corredor Vasariano, cuando entramos con el grupo que eramos solo nosotros y cerraron la puerta me parecia mentira estar alli escuchando tuslexplicaciones con tu magia que no hacia trasladar al siglo XV. Brillante!!!
como siempre brillante descripcion!!!!!! gracias por la generosidad de saber trasmitir conocimientos tan valiososo!!!!! ojala algun dia pueda realizar un viaje contigo…….
Profesora; qué placer encontrar su comentario en mi correo; sigo lunes a lunes su columna y si es posible,también el domingo.
Junto a Ud. descubro una nueva Roma y una desconocida Florencia; cómo me gustaría recorrerlas siguiéndola por las calles,plazas,el Correedor Vasariano que no sabía exsistía,y tantos lugares de historia,de interés. Gracias una y mil veces.